Para empezar el día con serenidad yo diría que hay varias recomendaciones:

Dar un beso a tu pareja antes de salir de la cama.
Salir despacio, no saltar.
Lavarse bien la cara con agua fría.
Meditar.
Poner música suave (si no puedes contar con el sonido de la naturaleza).
Preparar con calma un desayuno a base de frutas.
Sentarte y respirar hondo al menos 5 veces.
Dedicar cada día a una persona que quieras.
Masticar despacio.
Recoger todo con calma, no correr.

De vuelta al sistema, la vida vuelve a la rutina. Se hace dura. cuesta acostumbrarse de nuevo a vivir como todos… cuesta acostumbrarse a estar lejos de la naturaleza, lejos del sol… yo respeto a quien le guste.

Pero yo pertenezco ya a otro sistema, a otro mundo más natural, más orgánico.

Los malos deseos lo tenemos todos, sobre todo hacia aquellas personas que nos han hecho algún daño. Los alimentamos pensando en esas personas y deseándoles el peor de los males. A veces tenemos incluso el deseo de pegar, de hacer alguna trastada, de difundir a otros el mal que nos han hecho. A menudo, en estas circunstancias, no actuamos.

A veces en la vida uno se encuentre personas, que son críticas, malhumoradas, lunáticas, mentirosas, histéricas…uno las ve desde su perspectiva y las juzga, es natural hacerlo, pues las implicaciones sistémicas a simple vista son difíciles de entender.

La vida todos los días te trae regalos pero qué poco valor le damos. Ahora me he dedicado a hacer un diario de la abundancia, donde voy apuntando lo que cada día me regala la vida, y es fascinante lo extenso que puede llegar a ser el relato de cada día…

De qué sirven las emociones cuando no se pueden “compartir”, acabo le leer esa frase en una novela de Anna Gavalda, y realmente la comparto.