Los malos deseos lo tenemos todos, sobre todo hacia aquellas personas que nos han hecho algún daño. Los alimentamos pensando en esas personas y  deseándoles el peor de los males. A veces tenemos incluso el deseo de pegar, de hacer alguna trastada, de difundir a otros el mal que nos han hecho. A menudo, en estas circunstancias, no actuamos.

Algo nos dice, dentro del alma, que actuar no nos hace bien, la actuación malévola, siempre se vuelve contra uno mismo. Además, de que sirven las venganzas, si todo se paga en vida. El que obro mal, lo padece en vida, con aburrimiento, desdicha, infelicidad o simple frustración.

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