Día 2: El tiempo se detuvo en Villa de Leyva

El diario de Maryam: 'Lo que no tengo a quien contar'

13 de agosto de 2017

Día 2 El tiempo se detuvo en Villa de Leyva

Después de unas tres horas en microbús autóctono, parando en Tunja, llegamos a Villa de Leyva, un pueblecito patrimonio de Colombia edificado en un valle entre montañas y detenido en el tiempo, con calles empedradas, casas blancas coloniales con balcones de madera y miles de geranios y una enorme plaza principal, que es el centro neurálgico del pueblo, presidida por una catedral sencilla y restaurantes de todo tipo en las balconadas.

Lo que más me ha sorprendido es la energía que se respira, no hay apenas ruido, las personas transitas al paso, con sus sombreros y sus ponchos de lana, se paran a charlar en las esquinas, parece que nadie pide mucho a la vida simplemente transitan por ella: toda una actitud. Tejen jerséis, se saludan, hacen pan y dulces, toman café y el tiempo sigue su curso.

Cada rincón de este pueblo parece tener una historia que contarnos y lo más sorprendente es que el pasado vivo parece haberse quedado aquí presente.

Sin embargo, si soy honesta a mi este ambiente tan quieto me aprisiona un poco, me falta el horizonte marino, nunca he sido muy de montaña, siento que me falta libertad aire con salitre. Tanto es así que como viajamos al fluir hemos decidido regresar a Bogotá en vez de quedarnos aquí otro día.

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